martes, octubre 17, 2006

Intermezzo

La mayoría de las veces las cosas no pasan. Uno, como es huevón, se queda mirando y esperando que pasen, pero no pasan. No estamos en Disneylandia.
Pero a veces pasan.
Y te pones contento.
Pero el verbo es ese: pasar. De "ahora estoy, ahora no estoy", como diría Fresán.
Entenderán que necesito apoyarme en la cita para hacer esto menos personal.
¿Les cuento el final? No. Les cuento el principio. Haym comienza a olvidar, y supuestamente lo último que olvidará es a Sara. Sara no recuerda nada, y lo último que recordará es a Haym.
No se preocupen, aunque lo parezca no conté el final. Les conté hasta el capítulo 20, o quizás el 30, más o menos.
(Vamos en el 80... igual falta sus buenos años, así como voy).
Kurt Cobain se ríe. Se ríe, sí, a la mitad de "Milk it". Si el se reía, entonces cómo no voy a poder reirme yo.
A Layne Staley no le funcionaba el hígado y se cagaba en los pantalones y también se reía, despues de lanzarse al speedball para no pensar en su novia muerta. Cómo no voy a poder reirme yo.
Si en reírse está la clave. Cuando te ríes con alguien, ese alguien es importante. Y no deberías tratar de buscar más. Bueno, puedes buscar más, pero allá tú. La garantía no lo cubre.
Intermezzo dentro del intermezzo. ¿Qué les pasó a Haym y a Sara? ¿Por qué se separaron? ¿Por qué ahora se buscan? ¿Por qué me refiero a Haym por el apellido, pero a ella por el nombre (esta última pregunta, si lo pensamos bien, no debería ser formulada frente a un psiquiatra)?
Yo no necesito preguntarme eso. Porque pasa que, lo quiera o no, se rían ustedes o no, yo soy Haym.
Gran falla (aunque yo no creo que sea falla, no podría contar [léase: maquillar para hacer interesantes] vidas ajenas): mis personajes siempre son yo, y así puta que es fácil imaginarse "lo que diría/haría/gritaría/vomitaría Haym si le pasara X o Y".
Y aún siendo él yo, o yo él, o como sea, igual me pregunto por qué. Por qué. Por qué aparecieron así en mi cabeza, por qué me decidí a torturalos (torturarme, como escritor y personaje) por 100 capítulos, por qué las vidas felices no sirven para las historias.
Fin del intermezzo dentro del intermezzo.
Y ahora qué.
Ahora que lo expliqué todo sin explicar nada, queda poner a Calamaro las 24 horas del día, para repetir cada cinco minutos, aproximadamente: a este hijo de puta se le ocurrió primero cómo decirlo para que suene divertido sin perder lo trágico y encima lo hizo canción. Referencia: escucho 'Los Aviones' y pienso que en vez de vivir estoy actuando para que en el futuro las líneas temporales se hagan difusas, y las generaciones por venir crean que mi vida era el puto videoclip de la canción.
Queda poner a Nirvana por el puro placer enfermo de recordar que uno ya no tiene 15 años, que odiar la vida ya no es tan fácil, que en aquel entonces suicidarse habría sido tan sencillo, porque cuando uno hace las cosas preso del pánico casi siempre salen bien, que en esos días no lo considerarías una estupidez como ahora, pero quizás en esos días tampoco tenías tantas ganas como ahora. Referencia: escuchar el Unplugged y sentirse viejo, escuchar el Bleach y sentirse joven. Patético. Consuelo (que en realidad no habla muy bien de uno): escuchar el In Utero y sentirse interpretado. Gracias.
Queda poner bandas metal de esas formadas por cuatro chascones a los que la vida no les resultó muy bien, pero que por lo menos tocaban decentemente, los muy hijos de puta, y decidieron hacer canciones explicando con voz gutural que la vida es una mierda. A algunas de esas bandas las conoce alguna gente, como Opeth, a otras ni su madre, como Shape of Despair. ¿Y para qué escucharlas? Por el simple hecho de que deprimirse cabeceando tiene más estilo que mirando el techo. Y además la piscola se te va a la cabeza más rápido.
Queda mirar la corbata, ponérsela al cuello, hacer el nudo. Reírse como un estúpido recordando para qué querías usarla aquella vez. Preguntarse si te estás riendo para evitar pensar que deberías haberla usado. Suspirar aliviado porque te ríes como un estúpido no para evitar pensar, sino porque simplemente eres estúpido.
En resumidas cuentas, lo que queda es deprimirse, porque es justo y necesario. A los muertos los dejan hasta tres días tomando sol antes de taparlos con tierra, entonces es necesario guardar un luto cuando no estás muerto pero tampoco te sientes vivo.
Según mi ritmo de posteo en este blog, a Haym le quedan por lo menos un par de años antes de encontrar a Sara. En este momento puedo imaginármelo (a Haym el personaje, que soy yo mismo, pero no soy yo, sepan entender) buscando, buscando. Y sé que la tiene que encontrar, porque si no para qué mierda escribo esto. Pero en este preciso instante, quisiera que no la encontrase.
Porque será feliz con ella (probablemente), pero después volverá a su destino ingrato de personaje, y no me quedará otra que hacerlo pasar un mal rato. Digamos que no quiero que sea feliz porque luego tendré que convertirlo en un desgraciado mayor de lo que era antes.
Y es como si me lo hiciese a mí mismo. Porque soy Haym.
Y por eso mismo sé que encontrará a su Sara.
Y sé que luego lo va a pasar mal.
Porque a veces, sólo a veces, las cosas pasan. Pero en realidad pasan: llegan, y después se van.
Y te quedas mirando con cara de perdido cómo se aleja(n).
Si es que no te alejas tú primero para que el público no vea algo feo.
Y luego te vas a tu casa, y fumas, y bebes, y escribes. Escribes, porque es lo que sabes hacer, lo que de tanto en tanto necesitas hacer, lo que probablemente, para bien o para mal, termines haciendo por el resto de tu vida, sea ésta larga o corta.
Escribes, y escribes, pero al final nunca logras explicarte nada.


Nota: dislexia en este post powered by capel 35º.
Nota 2: esto no tiene nada que ver (o mucho que ver) con la novela.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Siento el incómodo peso de tener que decir algo importante. Motivo suficiente como para no hacerlo (ya lo dijo ese otro tipo: si te sientes cobarde es porque naciste cobarde).

Entonces, ¿qué me queda? Hacerte un comentario inapropiado y totalmente falto de delicadeza (considerando la solemnidad de las circunstancias). Me escudo, eso sí, en la complicidad y la confianza que todavía están y no tienen por qué perderse.

¿Te preguntas, realmente, por qué tus personajes son tú mismo, por qué insistes en torturarlos, en no permitirles el derecho a réplica (ni a súplica)? Y ¿por qué tú, oh sumo creador, gran A.S., Ilmo. y Rvdmo. RH, terminas chupando hasta decir basta y escuchando a Calamaro (por muy rockero que sea)? ¿Sientes, de verdad, que debes dar explicaciones?

Oh, querido, el pudor me impide dejarte en evidencia en un lugar público como este. Y por eso (entre otras cosas), decido que ya es suficiente.

Que tenga usted unas buenas noches.

12:25 a. m.  

Publicar un comentario

<< Home