lunes, junio 18, 2007

Sesenta y cinco

... una gran y solitaria nube que de a poco de a poco de a poco se va pareciendo más y más a un gigantesco algodón de azúcar poniéndose cada vez más rosada a medida que el Sol se hunde entre los edificios vaciándose de gente que huye hacia sus casas como hormigas en sus autos como un juego de computador como olvidándose un poco de todo algunos con una cerveza y unos amigos en cualquier parte riéndose sin saber muy bien de qué o de quién esperando saber cada vez menos cosas a medida que la cerveza va haciendo efecto a medida que el Sol se va hundiendo y las calles se llenan de gritos y risas y conversaciones y bocinas y música de músicos callejeros y música de radios de auto y música de audífonos conectados a miles de orejas cada par con una melodía diferente cada cabeza con un distinto pensamiento y las miradas que no se cruzan entre la gente que se cruza y se topa y se empuja y espera paciente o impaciente que la luz se ponga verde para poder seguir huyendo algunos no saben dónde pero no dejan de caminar ni de mirar ni de escuchar sin avanzar ni ver ni oír ni recordar ni olvidar totalmente concentrados en no fijar la mente en el más mínimo punto dejarla libre volando como una nube como un algodón de azúcar como un Sol que se no hunde como una risa ebria que se contagia y expande como un recuerdo borroso y deforme como un reflejo en el agua que parece aclararse antes de que un niño sonriente y maldito arroje una piedra y borre toda figura reconocible de la superficie del agua ahora sólo cubierta por ondas concéntricas por circunferencias hipnóticas por el horror escondido en el fondo del mar o en el fondo del pozo o en la habitación del fondo tapada por un muro de piedra hecho a prisa y torpemente en la vieja casona de la memoria ahí donde ya no hay puertas o ventanas ahí donde sólo quedan papeles y puntas de lápiz para escribir testamentos que nadie ni siquiera nosotros mismos leeremos algún día ningún día tomar una punta de lápiz con los dedos sucios y heridos y escribir en el papel asombrosamente blanco hoy he visto una nube rosada como un algodón de azucar y he sentido las ganas irrefrenables de salir volando hacia el cielo y abrir la boca y llenarme la lengua de nube dulce y rosa escribir no como si fuese un deseo no como si fuese un simple recuerdo escribir como si fuese la verdad escribir la verdad y luego leer la verdad y luego saber que fue cierto y luego o mejor dicho mucho tiempo después recordar lo que fue cierto lo que realmente sucedió el hecho sencillo de volar por sobre las cabezas y los edificios y el Sol hundiéndose para alcanzar una nube rosa y dulce y luego descender sonriendo y no enteder mucho de nada ni las manos ni las voces ni las caras ni los autos detenidos ni los automovilistas furiosos ni las bocinas ni los gritos ni la luz roja como un tomate como manzana como un charco de sangre roja pero no dulce.

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

ta bueno este. buena música.

8:26 a. m.  
Blogger Astrodog said...

No me había dado cuenta de los retrocesos de tu novela.

Bueno, estoy de vuelta, hablando mierda, pero hablando.

Ya estaré más intoxicado para escribir algo mejor.

3:22 p. m.  

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